PEÑA TAURINA GIJONA

PEÑA TAURINA GIJONA

3/20/2013

TENTADERO VALENCIA DE DON JUAN













Armando medina 17/03/2013 El Diario De León Valencia de Don Juán.

Muy buen nivel, tanto por la importancia de los ponentes como por el público asistente, de las primeras Jornadas Taurinas organizadas por la Peña El Burladero de Valencia de Don Juan, que tuvieron lugar ayer.

El día comenzó a las once de la mañana con una charla coloquio en la tomaron parte los matadores de toros César Jiménez y Luis González, el novillero Francisco José Espada, el ganadero Ramón Sánchez Flores, el veterinario de la plaza de toros de Zamora, Rafael de Diego, y el mayoral de la ganadería de Sayalero y Bandrés, Ángel Sánchez Martín. El alcalde, Juan Martínez Majo, abrió el acto y el periodista Manuel Cachafeiro ejerció de moderador.

Bajo el título general de Selección y crianza del toro de lidia, todos destacaron la labor que se realiza con los animales en el campo para llevar al público el tipo de toro que demanda en la actualidad con características como la acometividad, la bravura, la repetición, humillación...

El ganadero aseguró que nunca el toro fue tan bravo como ahora. Y nunca salió a la plaza mejor alimentado y más sano.

César Jiménez, que coincidió con esa apreciación, tuvo palabras críticas para los empresarios taurinos. Afirmó que «la fiesta vive un buen momento, la afición existe y si la gente no va más a los toros es porque es muy caro y acaba seleccionando los festejos que más les interesan». Reclamó de éstos más actividades para fomentar la afición entre los niños «que son los aficionados que pagarán la entrada en unos años. Pero de eso las empresas no se preocupan» porque les interesa la retabilidad a corto plazo.

Al finalizar el coloquio tuvo lugar un tentadero en la plaza de toros coyantina con vacas de Ramón Sánchez Flores.
Posteriormente una comida con productos exclusivos del toro de Lidia,cecina de toro, croquetas de toro, revuelto de toro, y guisado de toro. Todo en un comedor bajo la atenta mirada de la cabeza del toro enmaromado de Benavente del 2008.
 
 

3/06/2013

EL MILAGRO DE AZPEITIA



Usted no sabe lo que ha ocurrido en esta villa de Azpeitia en el memorable dia del 2 de agosto de 1887.No es posible que lo sepa usted porque nadie se habrá atrevido a comunicarle una noticia que todavía conceptuamos de inverosímil, increíble,fantástica, los mismos que presenciamos el milagroso portento que voy a contar a usted.La provincia de Gipuzkoa está predestinada a ser campo de leyendas taurómacas, en Tolosa fué donde Frascuelo mató un sexto toro antes del quinto, en Pasajes fue donde un cornúpeto escaló una casa y se asomó a balcón de un cuarto piso presentándose como ejemplar de toro con vistas a la calle, y en san Sebastián fué donde un bicho espirante quiso dejar sucesión, cayendo con cuernos amorosos sobre una yegua muerta y falleciendo montándola.Pués bién todo esto ha quedado oscurecido por el incomparable suceso de que fué el tatro de Azpeitia el día 2 del actual.Voy a relatárselo a usted tal como ocurrió, asegurándole a usted que no invento nada y tengo personas que abonen la exactitud de mi relato. Alla vá.
El mencionado dia 2 verificose en la plaza de toros de Azpeitia una función de la forma siguiente 2 novillos  picados y banderilleados con toda la formalidad de las pragmáticas de Pepe Hillo y muertos a estoque por 2 afcionados cochero el uno y pintor el otro, mas un novillo lidiado en libertad por los capitalistas que gustasen bajar a torearlo.El primer novillo "Formal" pasó sin novedad y halló muerte piadosa merced al distinguido cochero Pope.Salió el segundo novillo , se lió a la azpeitiana, nueva forma de torear en cuyos detalles no puedo meterme ahora y hecha la señal de la muerte suprema, salió con muleta y estoque el céleebre pintor encargado de acabar con Lázaro.Pues señor largó el pintor su brindis, se dirigió a la fiera después de torearla con frescura, y se puso el hombre a pinchar y estoquear de tal modo que no parecía sinó que el animal tenía la piel más dura que un cocodrilo, y los hálitos vitales tán vigorosos que no había medio de interesarle ningun vaso de esos que a la acorta o a la larga proporcionan a unno la credencial de cadaver.El apeles azpeitiano metió la cuarta parte de la mitad del estoque, y el estoque entero en el codillo, en las costillas, en el disfragma, en la región lumbar, en el pecho,en el bazo y en el higado del misero cornupeto sin conseguir que doblara. El animal tenía tantos pinchazos que parecía cosido de viruelas pero resistia aquella máquina de Singer como si tal cosa mientras el publico seguia ansiosamente las peripecias del drama anatómico que se ofrecía a su admiración. La fiera se aculó finalmente a un burladero, y harta de sufrir bajó la cabeza. Entonces el pintor colocó la espada en el cabello, y forcejeando como quién barrena un cantera, metió media vara de estoque en la nuca del animal que cayó patas arriba. las penosas emociones de los espectadores se trocaron entonces en gritos de entusiasmo, aplausos, y en cigarros.Todos llamaban al pintor, todos le estrechaban las manos, y él gozoso y triunfante saboreaba aquella ovación dejando ver en su fisonomia el inefable placer de que estaba poseído.Salieron las mulas, ataron al toro y partieron al galope arrastrando al cadaver.Pero de repente¡oh portento!¡oh cosa nunca vista ni oida!, el cadáver, el toro, pegó un bote, se puso de pié y apretó a correr trás las mulas, al trote largo erguido y guapo, con la cuerda medio colgando entre los cuernos, y cortando la arena como corta el agua una lancha besuguera llevada a remolque por un vapor de pesca.Cuando el muerto resucitó estaba el pintor medio vuelto de espaldas al animal recibiendo los aplausos de la concurrencia. Oyó un grito, se volvió, y vió  al toro que iba trotando tranquilamente junto a las mulas, escuchó los rumores de una inmensa carcajada, que resonó en todo el edificio, se llevó las manos a los ojos, a la cabeza, abrió los brazos y el desdichado cayó desplomado en el redondel siendo allí recogido por varios amigos y llevado a la enfermería.El efecto que la resurreccion causó en el público no puede describirse, pero mucho menos puede describirse auin el sentimiento de espanto que se ha apoderado del distinguido pintor que hoy se ocupa en trasladar al lienzo el milagro que trae locos a todos los azpeitianos.Una vez terminado el cuadro el pintor se propone colocarlo a la cabecera de la cama con el objeto de deshechar toda veleidad torera que pudiera., en lo sucesivo acometerle..El bicho ha sido muerto a balazos y la cabeza ofrecida al pintor que se ha negado a aceptarla por un exceso de delicadeza que hemos tenido que respetar todos.
fdo Un azpeitiano 3 agosto de 1887.





MONDRAGÓN TOROS Y SOKAMUTURRA







https://vimeo.com/116428741 (MINUTO 4:50)




FOTOS GOROSABET 14/08/1902

ARRASATE-MONDRAGON

Cien años sin la plaza de toros

El ruedo construido por la Sociedad Taurina de Mondragón fue demolido en el año 1912. El coso, que carecía de callejón, se había inaugurado en 1886 y tenía cabida para 2.360 localidades

15.04.12 - 01:51 -
KEPA OLIDEN | ARRASATE
el diario vasco
La plaza se derribó para construir Villa Amparo, residencia del consejero de Unión Cerrajera, Dagoberto Resusta
Tras su desaparición, las corridas prosiguieron en plazas desmontables en Goikobalu, Maala...
Sólo en 1766, año de la inauguración del actual edificio consistorial, se lidiaron catorce toros
El presente año 2012 se cumplen cien años de la desaparición de la plaza toros de Mondragón. El primer y único coso taurino de la localidad fue demolido en 1912 para dejar paso a la construcción de la residencia del consejero de Unión Cerrajera Dagoberto Resusta, vivienda que fue bautizada con el nombre de Villa Amparo. Resusta fue asesinado junto con Marcelino Oreja en la insurrección socialista de octubre de 1934, y su casa se demolió en 1982 para edificar el bloque de viviendas que aún hoy se conoce popularmente como Villa Amparo. Los vecinos en este inmueble hacen honor al pasado taurino de este lugar, decorando su portal con una de las contadas reproducciones que se conservan de la histórica plaza de toros.
El ruedo arrasatearra tuvo una corta vida pero su construcción representó el momento culminante en la inveterada afición taurina mondragonesa. El desaparecido historiador José Letona fechaba el 17 de septiembre de 1885 la celebración de una sesión plenaria en que el Ayuntamiento estudiaba la instancia suscrita por don Ricardo Añíbarro, como presidente de la recién constituida Sociedad Taurina de Mondragón, para construir por cuenta de la misma una plaza de toros. Se proponían organizar corridas y otros espectáculos que pudieran llamar la atención del vecindario y de los muchos bañistas que frecuentaban los aristocráticos balnearios tan en boga por aquel entonces.
El Ayuntamiento no se opuso a la generosa propuesta de esta sociedad privada dispuesta a levantar una plaza de toros en la villa.
Fue así como el 25 de junio de 1886 quedaba inaugurado este ruedo construido de mampostería, cantería y madera, y que constaba de tendidos y un piso compuesto de palcos abalconados, muy típicos y bonitos, según testimonios recogidos por Letona, y con capacidad para 2.360 localidades. La plaza, sin embargo, carecía de callejón.
Su última corrida tendría lugar el 29 de junio de 1912 tras 26 años de vida «entusiasta pero dificultosa», en palabras del desaparecido historiador José María Uranga. Este constataba que la única cogida registrada en ella fue la sufrida por el banderillero madrileño Ulpiano Rebuelta 'Melaero' el 2 de junio de 1890.
La trayectoria del ruedo arrasatearra tuvo sus altibajos. «Durante algunos años hubo que suspender las novilladas por San Juan a causa del mal tiempo y la escasez de público. En 1897 ni se programaron por falta de confianza en ambos. En cambio, ese mismo año se celebraron los días 22 y 25 de julio por mayor seguridad meteorológica y, sobre todo, por la concurrencia de los bañistas de los balnearios de Santa Águeda y Aretxabaleta. Algunos años hubo novilladas incluso por Andramaris».
Pero la pasión taurina de los mondragoneses no comenzó con la inauguración de esta plaza de toros, ni terminaría con su demolición.
Uranga se remontaba muchos siglos atrás para documentar los primeros espectáculos taurinos de los que se guarda memoria escrita en Mondragón. Estos se registran ya en 1527 con ocasión del nacimiento del rey Felipe II. También las fiestas de San Juan de 1631 y 1634.
De los 'sanjuanes' de 1661 quedaron para la posteridad unos 'autos' criminales sucedidos tras haberse corrido el toro y, al ser conducido después al matadero, dos aficionados, «sacando sus espadas, le dieron unos sablazos al toro, lo cual originó una gran pendencia entre varios caballeros, cruzándose entre sí varias estocadas y resultando malparado un tal Martín de Zelaa, con algunas heridas en la cara. Este reaccionó en estado nervioso y le dio una estocada en el pescuezo a Pedro de Zenica y Oquendo, matándolo en el acto. Martín se escondió en un zaguán, y Juan, hermano del difunto Pedro, le encontró y se lanzó contra Martín. Pero pudieron ser sujetados por otras personas. Siguió en el pueblo una gran pendencia entre parientes y amigos de ambos, a la que siguió un largo juicio.
El suceso recogido por Uranga se inscribe dentro de una larga historia taurina que continuaría en años sucesivos con acontecimientos más o menos sonados. Uno de los ejercicios más reseñables fue el de 1766, año de la inauguración del nuevo edificio consistorial. Esta celebración, junto con la apertura de la calzada para coches en el camino real y las fiestas de San Juan, sumaron hasta 14 toros de muerte lidiados en la misma plaza del Ayuntamiento, que era donde normalmente se celebraban los festejos.
Novilladas hasta 1957
Tras las desaparición de la plaza de toros en 1912, los espectáculos taurinos continuarían celebrándose en ruedos desmontables instalados en distintos lugares de la villa. La explanada de Goikobalu, sobre Santa Bárbara, el ya desaparecido campo de fútbol de Maala, Garibai, Zaldispe, Ziarrola y, en los últimos años, en Laubide, han sido escenario de eventos tauromáquicos que hace tiempo dejaron de ser cruentos para las reses. La última serie de novilladas como tal, apuntaba Uranga, se celebraron en Ziarrola en los 'sanjuanes' de 1957.
Hasta entonces, la lidia acababa normalmente con la muerte del toro. Entre las novilladas más memorables, Uranga destacaba las organizadas en 1942 por Jesús Yurre Galarza, que trajo a Arrasate a los toreros más importantes de la época como Fuentes, Minuto...
Algunos años después, César González, con ocasión de las últimas novilladas celebradas en 1957 en Ziarrola, «cortó una oreja del primero y dos orejas y rabo del segundo» en la corrida del 24 de junio. Ese mismo día el chiclanero, Diego Oliva se llevaba una oreja en el primero y el rabo en el segundo». Al día siguiente, domingo 25, los cuatro novillos «fueron muy malos, y los novilleros 'Ariscal' de Sevilla, y Corredor, de Salamanca, estuvieron a juego con sus enemigos», según Uranga. La tercera, ante la poca aceptación del público, hubo de ser suspendida cuando eran de participar la rejoneadora Ángela y el novillero Antonio Segovia.
Así se cerraba en Mondragón el capítulo tauromáquico de las corridas de toros, cuya celebración es actualmente objeto de un encendido debate social.
El maestro Arano, en un bar
También el admirado maestro Arano se ha ganado un lugar en el anecdotario taurino local. El insigne pedagogo de las Escuelas Viteri, fallecido en 1929, tenía a gala no pisar nunca una taberna. José María Uranga contaba que el famoso maestro «pasó su vida sin entrar en un bar». Pero no pudo aguantar un mediodía de San Juan sin entrar en el bar de Txanpon, aunque no precisamente con intención de tomar una consumición. En la venta de la parte de arriba de este estratégico establecimiento, por la parte de la calle del Medio, instalaron un puesto de venta de entradas para las novilladas, como era costumbre. Pero en el cartel anunciador se leía 'Benta de villetes'. Como buen maestro y responsable de la instrucción y la cultura, don Félix Arano se sintió afrentado y, con discreción, dirigiéndose a los de la mesa les hizo corregir el error».
Una casa más arriba se hallaba el rimbombante Hotel du Palais donde se alojaban tanto los toreros como los que venían a animar las fiestas. Por lo demás, la elite local se reunía en el Café Universal frente a la plaza del Ayuntamiento.