PEÑA TAURINA GIJONA

PEÑA TAURINA GIJONA

11/06/2010

TOROS EN MIERES (HISTORIA)


(Biblioteca digital de Asturias)

24 y 26/06 1904 toros de Don Juan Carrero para Antonio Moreno, Machaca y Arturo Coral.
(Biblioteca digital taurina de Castilla y León)

1905
La afición a los toros en Mieres esta documentada desde 1903 lo cual no quiere decir que no haya festejos anteriores. Comenzaron a organizarse becerradas y novilladas durante las fiestas de San Juan, San Pedro o el Carmen de la Villa. Las plazas se instalaban en diferentes lugares como en el solar del mercado de abastos; junto al Vasco; las Moreras; el Batán o Arroxo.
Estamos hablando de 74 años continuados de toros hasta 1977 que se tenga constancia del ultimo festejo.


Mieres 27 de junio de 1911

6 Novillos de Ramirez.
Alhameño.Bien en el primero y quinto
Antonio Lobo oreja en el segundo y estuvo bien en el cuarto

Domingo 30 de junio de 1912
Plaza de toros de Mieres.feria de San Juán.
Toros de Cullar
Para Antonio Lobo
Alhameño
 y Fernando de la Venta



24/06/1912

Esta anunciado Juan Belmonte que no fue,  y Fernando Rosales Rosalito con una novillada de Marqués del Pozo en Mieres finalmente el cartel fue Carbonero,Manolo Merino y Esquerdo.




El novillero Gaspar Esquerdo fue herido por el primer toro en la novillada que se celebró en Mieres el pasado martes.Tiene una herida incisa en el tercio inferior cara interna del muslo derecho con 2 trayectorias una de 4 cms de profundidad y 6 cms de extensión de abajo arriba, y otra de 5cms de profundidad y 8 cms de extensión de fuera a dentro que interesa piel tejido celular y aponeurosis muscular.En el coche de su familia fué trasladado a Carabanchel en donde esperan sus amigos verle restablecido.El Doctor Ruiz Albéniz quién le atendió explicó que en 20 dias si no hay complicaciones estará curado.
(Diario La Region Biblioteca nacional digital)





07/07/1913


TOROS MIERES


30/07/1913






24, y 29 de junio 1913

1917 MAPA TAURINO DE ESPAÑA






1925


17/06/1926








03/08/1926






















14/06/1927

Con una grán entrada se celebró en Mieres una charlotada, en la que el auténtico charlot, el chispa, y sus botones hicieron las delicias de la concurrencia, que los ovacionó largamente.la comisión organizadora de las fiestas está siendo felicitadísima.










                      









                                                                                                                                               



                                                    TOROS EN UJO(MIERES)


























RIOTURBIO





24 de junio de 1952
Plaza de toros de Mieres.Feria de San Juán.
Victoriano Valencia es ovacionado en su primero en su segundo lucha contra la mansedumbre del animal
Pepe Rosales,ovación en uno y oreja en otro
Joaquin Bernadó oreja y aplausos.





1952








1953




4 DE JUSTO SANCHEZ TABERNERO
VICTORIANO POSADA
IVAN CANDOSA

20 de junio de 1953

Plaza de toros de Mieres.San Juán.
4 novillos de Alonso Perivalvo para el colombiano Zúñiga y Curro Chaves.
Zúñiga en su primero dos vueltas al ruedo y ovación.En su segundo ovación y vuelta al ruedo.
Chaves: Ovacion vuelta al ruedo y salida a los medios en su primero.
En su segundo es volteado sin consecuencias.Ovación 2 orejas y rabo.
Los dos toreros fueron sacados a hombros de la plaza.

1953(TURON Y MIERES)

Turón Mieres coleccion Alvaro Muñiz fondos del Museo del Pueblo de Asturias
                   

















1955


1956




1959
1960

17 de julio de 1961
Novillada de la feria del Carmen.
4 novillos de Ignacio Encinas bravos y bien presentados.
el rejonador Manuel Baena cortó las 2 orejas y el rabo de su enemigo.
Jose Arribas fue ovacionado en los 2 suyos.
Pepe Landa estuvo deslucido en su novillo.Silencio.
Resumen de Cifra


1963




1964                                            Biblioteca publica Jovellanos coleccion Padre Patac

Rafael Peralta






1965

13/06/ novillada picada










Jose Llantada El Maestro
Jose Maria Susoni
Curri de Camas.




Manolillo de Valencia: Subalterno que sufrio un percance en Mieres que le apartó de los ruedos.



20 de junio de 1965
Plaza de toros de Mieres.San Juán.
Toros de la viuda de Don Candido Garcia bravos y codiciosos.
Antonio de Jesús una oreja y 2 orejas.
Fernando de la Peña vuelta y 2 orejas.
El rejoneador portugues Manuel Jorge corto una oreja


1966









1970



1972









Plaza de toros de Mieres 1972 toros de Garcia Torres
 El Norteño.
El Colombiano



1973









1977









CARDEO




ASTURIAS Y LOS TOROS

José Ignacio Gracia Noriega

Asturias y los toros


Circula el tópico, antiguo y muy extendido, de que en Asturias, y en general, en las provincias del Norte, no hay toros ni afición taurina. Y muchos se ufanan de esto, deduciendo que, por tanto, el Norte de España es más «progresista» .



Mi antiguo e ilustre amigo Jesús Evaristo Casariego, autor del libro de título más «políticamente incorrecto» que encontrarse pueda, «Romances modernos de toros, guerra y caza» , afirmó en reiteradas ocasiones, oralmente y por escrito, la antigüedad de los festejos taurinos en Asturias, llegando a señalar que los hubo en esta tierra antes que en ninguna otra de España. No todo lo que escribió Casariego debe ser tenido por dogma de fe. Sobre todo si anda Luarca por medio, ya que, según él, marinos luarqueses llegaron a incendiar Londres, navegando Támesis arriba.

En lo que a Asturias se refiere, Casariego acude incluso a un episodio maravilloso para probar que «el espectáculo y arte de lidiar reses bravas era inmemorial en Asturias» , recordando «aquel toro milagrero que se negó, a finales del siglo X, en una plaza de Oviedo, a embestir al calumniado obispo Ataúlfo II de Compostela; y es más, castigó a cornadas a los calumniadores y dejó humildemente sus pitones en manos del buen prelado injustamente perseguido. Este suceso taurino-judicial, especie de juicio de Dios, está recogido en la crónica del obispo don Pelayo de Oviedo, de principios del siglo XII, y fue muy divulgado después por las tan extendidas historias de “Tudense y el Toledano”» . El obispo Pelayo, de Oviedo, era tan fabulador como don Jesús Evaristo Casariego. Esta leyenda piadosa no prueba mucho, salvo que, a finales del siglo X, no resultaba sorprendente que un toro bravo actuara como verdugo en una plaza de Oviedo. Si se empleaba a los toros en esos menesteres, forzosamente tenían que encontrarse a mano, en los campos próximos, pues sería incongruente, además de costosísimo, tener que ir a las otras vertientes de los «montes firmísimos» en busca de ellos. Y en las leyendas milagrosas, ya que se relatan sucesos en principio poco verosímiles, se procura que cuando menos los elementos circunstanciales tengan verosimilitud. Con esto quiero decir que el toro bravo tenía que ser un animal familiar para el obispo Pelayo, y no fabuloso, como podrían serlo el dragón o Leviatán.

Y dejando atrás la historia fabulosa, vayamos a la «Crónica General» que mandó hacer Alfonso X, en la cual se refiere que, con mucha anterioridad al sucedido milagroso del obispo Ataúlfo, en el año 815, el rey Alfonso II el Casto convocó Cortes en Oviedo, «e mientras que duraron aquellas Cortes lidiaban cada día toros e bofordaban de cada día e facían muy grandes alegrías» . Con toda probabilidad, ésta es la primera mención de corrida de toros que registra la historia de España. Posteriormente, hay noticia de que cuando el rey Alfonso VI hizo un viaje a Oviedo en 1075, en el curso del cual fue abierta el Arca Santa de la Catedral, igualmente se «corrieron toros» , interviniendo en el festejo Rodrigo Díaz de Vivar, más tarde conocido como el Cid Campeador, que venía con el séquito del rey. Encontramos noticias documentadas de corridas de toros a lo largo de la Edad Media, sobre todo a partir del siglo XV, y en el siglo XVII, abundantísimas. «La constancia de corridas de toros en la Asturias medieval no ofrece dudas» , resume Casariego, «y las celebradas, sobre todo a partir del siglo XIII, debieron ser numerosas, pues los novillos tenían lugar en las fiestas y conmemoraciones de los pueblos. En el siglo XVI tal festejo resultaba imprescindible en las poblaciones de alguna importancia» .

De esto último poseemos un testimonio irrecusable, el relato del desembarco y primer viaje del futuro rey Carlos I por España, hecho por su cronista, Laurent Vital. Como es sabido, Carlos de Gante, que más tarde sería Carlos I de España y V de Alemania, pero que todavía no lo era, vino a España en 1517, a tomar posesión de la corona, herencia de su abuelo, Fernando el Católico. La armada real partió de Flesinga en dirección a Santander, pero vientos contrarios la desviaron hacia las costas asturianas, por lo que los pilotos, vizcaínos y buenos conocedores del mar Cantábrico, «quedaron muy avergonzados» , según apunta Laurent Vital. Dado el mal estado de la mar, el rey desembarcó en Villaviciosa, en Puente Huetes (y no en Tazones, como equivocadamente se dice) con parte de su séquito, mientras el resto de los cortesanos continuaron a bordo de las naves hacia Santander, adonde llegaron al cabo de dos días. El viaje por tierra del futuro rey fue más azaroso. El desembarco en Villaviciosa se produce al atardecer del día 19 de septiembre; al día siguiente era domingo, y los gobernadores de la villa fueron a hacerle reverencia, llevándole como regalos seis vacas, veinticuatro corderos, doce cestas de pan blanco y varios pellejos de vino. Y al otro día, «el 21 de dicho mes» , refiere Vital, «los de la villa, para distraer al rey y a las damas, hicieron una corrida de toros delante del alojamiento del rey, cuyos toros le hicieron pasar un buen rato, porque eran muy fieros y se defendían bien; mas, para dar fin a esta diversión, fueron desjarretados a fuerza de espadas, y, finalmente, muertos» . Ésta es, sin duda alguna, la primera referencia a las corridas de toros salida de la pluma de un autor extranjero; con lo que Laurent Vital se convierte, de este modo, en el precursor de Merimée, Hemingway, Mohtherlant y Jean Cau.

Continuando su viaje hacia el Este, Carlos, que con el tiempo llegaría a ser un buen aficionado, según nos cuenta Zapata de Chavews (llegó a alancear un toro fiero, que recibía el muy apropiado nombre de Mahoma), presenció corridas de toros en Ribadesella, Llanes y San Vicente de la Barquera.

De todas estas corridas presenciadas en la cornisa cantábrica, al de Llanes es la que está descrita con mayor meticulosidad. Vital describe cómo era el ruedo («se escoge una plaza amplia y espaciosa para mejorar la diversión y correr los toros, cuyo lugar se cierra para la seguridad de los espectadores y preservarlos de los peligros que les podrían ocurrir» ), quiénes eran los toreros («un gran número de rudos compañeros, a pie, todos con justillos para mejor correr y defenderse contra los dichos toros, teniendo cada uno espada en la mano» ) y qué hace el toro. Vital es buen observador y se fija en todos los detalles: señala que el toro «se muestra muy sorprendido de ver a tanta gente por todos lados, porque por todas partes adonde va encuentra el paso cerrado, y además, para engañarle más y enfurecerle, los compañeros le clavan banderillas de diez pies de largas, que tienen en el extremo una punta de hierro enfilada como una lezna» . La faena termina dando muerte al toro, después de desjarretarle. En esta corrida, en la que hubo gran diversión, «los toros eran bravos, malos y valientes a maravilla, como lo demostraron luego después de haberse enfurecido, que hirieron a varias gentes, entre las cuales hubo un hombre puesto en peligro de muerte» . Esta jornada taurina le hubiera encantado a Ernest Hemingway, quien, cuando iba a los sanfermines, entraba en una iglesia de Pamplona a rezar para que el vino fuera fresco, los toros bravos y los toreros, valientes.

En rigor, el relato de la corrida de Llanes por Laurent Vital es la primera «revista» taurina que se ha escrito. De modo que tenemos los siguientes datos incuestionables: la primera mención histórica de festejos con toros tiene lugar en Oviedo; la primera «crónica taurina» relata una corrida celebrada en Llanes. ¿Podrá negársele, en consecuencia, a Asturias, como se hace, tradición taurófila?

No nos extenderemos sobre otros testimonios. Bástenos recordar, relativo al siglo XVIII, el que figura en el cuestionario de Gil de Jaz, publicado con el título de «Timbres históricos de la ciudad de Oviedo» , donde un anónimo informador señala que en Oviedo se celebraban varias corridas por el mes de septiembre y en otras fechas, «por una tradición que iba añadiendo fuerzas a las costumbres y tocando en una casi inmemorial tradición» , añadiendo que en 1732 hubo dos corridas con un costo de mil pesos, cantidad muy alta.

Si hay toros, es normal que haya toreros, y lugares donde se celebren las corridas. Las plazas de toros de Asturias son, por orden de antigüedad, las de Gijón (1888), Oviedo (1889) y Llanes (1895).

En cuanto a los toreros asturianos, encontramos al banderillero Francisco de Diego Benigno, «Corito» , de la cuadrilla de Mazzantini, y a quien acompañó a México en 1887. La lista desde los que actuaron en Villaviciosa hasta Rafael de Pelayo o Pepe Rosales es abundante. Sin pretender una nómina exhaustiva, citaremos a Antonio Argüelles, que, según Casariego, «fue matador de tronío y banderillero excelentísimo, cuyos pares ponían en pie las plazas; fue también muy conocido fuera del ruedo por sus amoríos y desplantes, y tuvo un hermano llamado Esteban que fue novillero diestro y también muy notable en el arte de poner rehiletes» .

En la época de Fernando VII destacó Roque Miranda, «Rigores» , que tuvo dos hermanos banderilleros, Juan y Antonio, apodado este último «el Asturiano» . Andrés Infiesta es, según José María Lorenzo, el primer gijonés que vistió el traje de luces; actuó como banderillero en Sevilla, Orán, Madrid, Aranjuez, Gijón y Oviedo, falleciendo en 1893 de resultas de haberse dado un fuerte golpe contra una barrera, lo que agravó la enfermedad pulmonar que padecía. Por su parte, Rufo Fernández, «el Barbián» , también de Gijón, fue banderillero, novillero y peón de brega, a caballo entre los siglos XIX y XX.Tres matadores de alternativa registran las crónicas: José Antonio Suárez Iglesias, nacido en Oviedo en 1828; Severino Díaz Busto, «Praderito» , nacido en Gijón hacia el año 1887, de efímera carrera, truncada trágicamente en 1920, pero no de una cornada, sino de un tiro de revólver que le disparó su empresario en la terraza del café Lion d’Or, cuando le fue a reclamar beneficios. Y Bernardo Casielles, el más importante de todos, pues toreó en casi todas las plazas de España y México, alternando con Joselito, Belmonte, Sánchez Mejías, Pablo Lalanda, Gaona y otros muchos. Incluso llegó a insinuarse una cierta competencia entre él y Belmonte, a la que alude el revistero Francisco Ramos de Castro en estos versos:

Los belmontistas están hechos
totalmente unas furias,
porque, comprendiendo van,
que derrotará a don Juan
el don Belmonte de Asturias.
Cuando murió, en la residencia de ancianos de Colmenar Viejo, el 9 de mayo de 1983, ocupaba el decanato, tanto de edad como de antigüedad de los espadas de alternativa.

Su hermano Miguel Casielles fue novillero y banderillero, pero una cornada puso pronto fin a su carrera en la plaza de Madrid.

No puede quedar sin mención Julián Cañedo, caso excepcional de aficionado que bajaba a los ruedos a torear de corto. Tan notable con la pluma como con el estoque, podía enfrentarse en «mano a mano» en las páginas de «ABC» , principalmente, con Ramón Pérez de Ayala, José María de Cossío, Antonio Díaz Cañabate y Gregorio Corrochano.

Este texto es un extracto de la conferencia que el escritor José Ignacio Gracia Noriega pronunció en Oviedo, con motivo de las Jornadas taurinas que organizó la peña Julián Cañedo.


La Nueva España • 05 de marzo de 2002