INFORMACIÓN DE BURLADERO.COM (Javier Hernández)
Dos vascos fueron a los toros. Al menos dos. Vascos de las vascongadas, orondos,echaos pa lante, con los sanos coloretes del Txacolí, el chuletón de buey y patxarán de postre. Venían bien comidos, como dos toros. Para decir mejor, como doscuadris, que en esta Feria quedó bien claro que no todos los toros comen igual. Y se lo pasaron de aúpa los tíos.
Comenzaron pronto. Nada más ver al armario abreplaza. "De ahí se sacaban chuletones de kilo y medio, Joseba. ¡Mira! Aquí los aplauden al salir, tú, no como en Bilbo, que ya estamos acostumbraos". Sabían los fornidos vascos que toros de tamaño trapío se habían olido poco por aquí. "Para chuletas no tiene precio, tú, pero su cansino caminar...". Razón llevaba Joseba, ese cansino caminar vestía de luto cualquier atisbo de bravura. Pasó por toro enorme un armario de gran badana, imponentes pechos, nulo brío y generoso en reservarse para luego. ¿Para luego? ¿Para cuando? Ni gesto hizo de galopar, derrotó feo en el peto y en la dudosa muleta de Fundi no mejoró.
"Si ya te decía yo, Patxi, que para chuletas sí, pero para otra cosa... Para tirar del carro de la leña del Josetxu, Joseba, más trapío que el buey suyo si da, tú".
Salió el segundo, Zapato de nombre, y que al lado de sus hermanos hasta lo podía ser, pues más normal y armónico se mostraba. "Este sí está más ágil, tú. Hasta corre, Joseba". Y el torero de lila y oro que lo recibe solvente, capaz, corriendo hacia atrás, bajando la tela rosa, saliéndose al medio, levantando palmas, bregando para llevar al caballo y mostrando credenciales sin miedo a dejar largo al funo.
"¡Joder con el Orduña, Joseba! ¡Que tiene un par! Si lo mata es señal de que tiene familia en el mismito centro de Bilbao". Y lo mató de estupenda estocada. Pero elZapato no rindió su vida fácil y un descabello se interpuso entre el de Orduña y el trofeo tangible. Patxi, Joseba y gran parte de la plaza pidieron la oreja para el vasco, pero el jefe del palco, que no era de Bilbao, decidió esperar. Lo mismo dio, puesFandiño, el de Orduña, recuperó las vueltas al ruedo de peso en Madrid.
El menudo Alberto Aguilar se fue donde ya había ido Fandiño, con idéntica disposición, con la lección de Chenel, lanzó muleta a derechas y en el tercer rebañón del manso voló por los aires cual pelele. "¡Osti, Joseba, qué paliza!". El tal Aviadorvolvió a su refugio del 1 y el 2, cual cobarde tras la fechoría, y el maltrecho Aguilar todavía tuvo coraje de tirarse a matarlo con agallas hasta salir trompicado.
El cuarto fue como el buey de Josetxu y Fundi no tuvo la lucidez suficiente como para despenarlo con una sonrisa. Sí con sombría preocupación, con supino bajonazo.
Un torero vasco, curtido en las capeas, refinado en mil batallas de luces, exige estar en todas la ferias. Tal es así que ni el sexto ni el maltrecho Aguilar firmaron epílogo alguno.
"¡Patxi, si existe justicia en este país, tendremos que viajar por España, pues".
Ficha del festejo
Plaza de Madrid. Vigésimo cuarta y última de San Isidro. Lleno, en tarde soleada y fresca, con ratos de viento que molestó para la lidia. Toros de Celestino Cuadri, serios, de enorme cuajo todos y algunos demasiado pesones. Corrida aplomada y reservona en líneas generales. Se dejó y se movió más el lote de Fandiño, los más ligeros de carne en apariencia, aunque ambos fueron a menos en su humillación y en su entrega.
El Fundi (verde menta y oro): silencio y pititos.
Iván Fandiño (lila y oro): vuelta tras petición y aviso y una oreja.
Alberto Aguilar (nazareno y oro): silencio y silencio tras aviso.
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